I. LA RACIONALIDAD DE LA SANIDAD DIVINA

I. LA RACIONALIDAD DE LA SANIDAD DIVINA




by Admin+25 octubre, 2012 publicado en Fundamentos de Teología Pentecostal
Aquí encontrarás información actualizada sobre I. LA RACIONALIDAD DE LA SANIDAD DIVINA. En nuestra sección de Fundamentos de Teología Pentecostal.



A la luz de todo lo revelado en las escrituras, es razonable que el Señor sane las aflicciones físicas de aquellos que buscan su ayuda. No es el propósito de esta sección tratar con la racionalidad de la sanidad física solamente desde un punto de vista lógico y aceptable. El pensamiento a enfatizar es que basados en la escritura y su revelación de la voluntad, propósito y poder de Dios, es enteramente razonable creer que Dios está interesado en los cuerpos físicos de aquellos que son sus hijos mediante el nuevo nacimiento. Los hechos tratados en esta sección dan testimonio de esto. No es necesario que el cristiano trate de persuadir a Dios para que Él tome interés en sus necesidades físicas. Desde la creación, Dios ciertamente ha estado interesado en nuestro bienestar. Las promesas de Dios y las revelaciones de su preocupación por las necesidades físicas del hombre siempre han excedido la fe del hombre para recibirlas.


A. DIOS SE INTERESA POR EL CUERPO HUMANO.

La relación vital del cuerpo humano con el programa de Dios está presentado en I Corintios 6:9–20. De este pasaje citamos:

Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (I Cor. 6:13–20).

En el versículo trece, una certeza doble es dada: “Pero el cuerpo … es … para el Señor, y el Señor para el cuerpo.” No sólo está propuesto que el alma y el espíritu sean para el Señor, sino que su cuerpo también sea “para el Señor.” Pero luego Pablo agrega el pensamiento revelador de que Dios no sólo ha provisto para las necesidades de la naturaleza espiritual humana, sino que también ha provisto para sus necesidades físicas, “El Señor es para el cuerpo.” Note lo siguiente:

1. El hombre fue creado a la imagen de Dios.

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; … y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó …” (Gn. 1:26, 27). Mientras que esto se aplica particularmente a la naturaleza espiritual del hombre, la “imagen de Dios”, también debe tener alguna relación con el cuerpo del hombre. Esto se evidencia en una verdad sugerida en Génesis 9:6: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” Sabemos que la muerte sólo afecta al cuerpo. No mata el alma (Lc. 12:4, 5). Sin embargo, la razón para esta advertencia de juicio sobre aquel que mate al cuerpo del hombre es, “porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” La imagen de Dios, entonces, debe tener alguna relación con el cuerpo físico del hombre.

2. El cuerpo humano está incluido en la redención de Cristo.

“… nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Rom. 8:23). El cuerpo del cristiano pertenece a Dios porque fue comprado por Él. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros … y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio …” (I Cor. 6:19, 20). Aunque muchos nunca cuestionan el interés de Dios sobre el alma y el espíritu, sí niegan su interés en el cuerpo. Definitivamente Dios está interesado en ambos.

3. El cuerpo de un cristiano es un miembro de Cristo.

“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” (I Cor. 6:15). De nuevo está enfatizado que es el cuerpo, y no el alma o el espíritu del hombre, el que está bajo observación.

4. Dios está profundamente interesado en el valor del cuerpo de sus hijos.

I Corintios 6:15–18 aclara esto dramáticamente. Algunos pecados, Pablo enfatiza, son particularmente contra el cuerpo físico. A Dios le preocupan los pecados que afectan el cuerpo así como aquellos que afectan sólo al alma.

5. El cuerpo físico del cristiano es el templo del Espíritu Santo.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (I Cor. 6:19). Sólo hay que considerar cuán profundamente interesado estaba Dios en cada detalle del tabernáculo en el desierto, y del templo en Jerusalén, para darse cuenta de cuán interesado está en este armazón físico que es la morada de su Espíritu Santo.

6. Los cristianos son instados a glorificar a Dios en sus cuerpos físicos.

“Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (I Cor. 6:20). Glorificar a Dios con la correcta actitud del espíritu es una verdad comúnmente aceptada en la vida cristiana, pero la amonestación aquí, es a glorificarle con la parte física del ser. Ambos aspectos del ser humano se dicen ser de Dios.

7. Los cristianos son instados a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo a Dios.

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios …” (Rom. 12:1). De nuevo, note que es el cuerpo, y no el alma o el espíritu, el que está especificado aquí. Después de que Sadrac, Mesac y Abednego salieron del horno de fuego sin una sola quemadura, Nabucodonosor dijo, “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir o adorar a otro dios que su Dios” (Dn. 3:28). El gran monarca se impresionó con estos tres fieles seguidores del Señor porque ellos “entregaron sus cuerpos” en sacrificio al Señor.

8. El cuerpo humano ha de ser resucitado.

“Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder” (I Cor. 6:14). La resurrección es real. Los cristianos vivirán durante toda la eternidad en el mismo cuerpo, resucitado y glorificado. A causa de esto, es importante para Dios lo que le suceda ahora. Las arras de la herencia del creyente de una vida resucitada e inmortal (Ef. 1:14), son la sanidad y salud para su cuerpo ahora.

B. HAY UNA RELACION VITAL ENTRE EL ALMA Y ESPIRITU DEL HOMBRE CON SU CUERPO FISICO.

La condición del cuerpo afecta el alma. Cuando hay salud en el cuerpo, la disposición de uno es casi siempre alegre. Cuando el cuerpo está enfermo, no es inusual que una persona esté deprimida en su espíritu.

De la misma manera, la condición del alma y del espíritu afectará al cuerpo. Buenas noticias alegrarán al cuerpo y causarán que uno camine con paso liviano, mientras que malas noticias a menudo causarán que uno camine con pies de plomo. “Las estadísticas presentadas en 1948 indicaron que dos tercios de los pacientes que fueron a un médico tenían síntomas causados o agravados por tensión mental.” 163

Hay una relación tan cercana entre el alma y el cuerpo del hombre, que es difícil ver como Dios podría estar interesado, y hacer provisión para uno sin el otro. Muchos creen que la vida espiritual debería ser sobrenatural y la vida física meramente natural. Nunca habrá armonía perfecta hasta que todo sea dado a Dios para su cuidado y custodia. Dios está interesado en ambos, el alma y el cuerpo, el hombre entero. Lo correcto es siempre lo saludable.

C. LAS NECESIDADES DEL HOMBRE SON DOBLES.

El ser humano tiene dos naturalezas diferentes. Es tanto un ser material como uno espiritual. Cuando Adán pecó, ambas partes de su naturaleza fueron afectadas por la caída. Esto es verdad para todo hombre desde aquel entonces, porque ha heredado su naturaleza caída.

El alma del hombre está corrompida por el pecado; su cuerpo está expuesto a enfermedad. El plan completo de la redención de Cristo incluye a ambas naturalezas del hombre, provee para la restauración de su vida espiritual, y al mismo tiempo provee para los resultados del pecado vistos en su ser físico. Una redención completa debe igualar el efecto entero del pecado y satisfacer la necesidad total de la humanidad. Esto está ilustrado en el ministerio de Jesús. Él sanó a todos los enfermos que vinieron a Él, y derramó su sangre preciosa para el perdón de sus pecados. También está representado por la comisión doble dada a los discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo … sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mr. 16:15–18).

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