by Admin+25 octubre, 2012 publicado en Fundamentos de Teología Pentecostal
Aquí encontrarás información actualizada sobre III. EL PRIMER PECADO HUMANO. En nuestra sección de Fundamentos de Teología Pentecostal.
A. LA NECESIDAD DE PRUEBA.
Dios había hecho al hombre perfecto, a su propia imagen. Lo había puesto en un ambiente perfecto, supliendo todas sus necesidades, y le había dado una hermosa ayuda en Eva. También le fue dada una libre voluntad. Pero era necesario que su libre voluntad fuese probada, a fin de que él fuera confirmado en justicia positiva de carácter. El carácter es la suma total de las elecciones humanas. Puede ser obtenido sólo a través de elecciones. De ahí que el hombre estaba en prueba, hasta que fuera demostrado cómo usaría su poder de libertad de elección. El hombre pudo haber elegido resistir la tentación. Desafortunadamente eligió lo opuesto.
B. EL PROCESO DE TENTACION (GÉNESIS 3:1–6).
1. Satanás emitió dudas sobre la palabra de Dios y su amor.
“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Vs 1). La razón por la cual el tentador vino a la mujer, en vez de Adán, puede haberse debido al hecho de que Dios había dado el mandato de prohibirles comer del árbol, directamente a Adán. Eva recibió el mandato de su marido. Así que Satanás muy astutamente no vino al hombre, sino a la mujer a través de la serpiente; y vino mientras ella estaba sola. La pregunta sutil de Satanás, “¿Conque Dios os a dicho?” es hoy en día una de sus tácticas favoritas para cuestionar la veracidad de la palabra de Dios. Él quiso sugerir que Dios estaba guardando algo del hombre, y de esta manera poder cuestionarle acerca de su amor.
2. Eva procuró alterar la palabra de Dios.
“Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Vs 2, 3). Eva hizo tres cosas, todas las cuales son trágicamente peligrosas. Note cuidadosamente lo que Dios había dicho,“De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:16, 17). Primero Eva agregó a la palabra de Dios. Agregó, “ni le tocaréis.” Dios no había dicho eso, y agregando estas palabras, ella hizo parecer a Dios como si fuera irrazonable en sus demandas. Siempre es peligroso añadir a las claras palabras de Dios. “No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso” (Pr. 30:6). Segundo, ella alteró la palabra de Dios. Ella dijo, “para que no muráis.” La punta filosa de la espada del Espíritu fue desafilada, sugiriendo que sólo había una posibilidad de que murieran. Tercero, ella omitió parte de la palabra de Dios. Eva dejó completamente de lado la solemne amenaza de Dios, “Ciertamente morirás.” Apocalipsis 22:19 dice: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.”
3. Satanás contradijo la palabra de Dios.
Habiendo sembrado la semilla de duda en la mente de Eva concerniente a lo que Dios había dicho, Satanás ahora estaba listo para contradecir la voluntad de Dios con su indebida e intensionada manipulación: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Vs 4, 5). ¡Ser como Dios!, Ciertamente fue una fuerte apelación a la ambición egoísta de Eva. Ella comenzó a razonar acerca del atractivo de la fruta, su agradable sabor y la intrigante posibilidad de una experiencia completamente nueva que le permitiría conocer ambos el bien, que ya había conocido, y el mal un área que debe haber incitado su curiosidad, como mínimo.
4. Eva sucumbió a la tentación.
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Vs 6).
I Juan 2:16 declara: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” Está expuesto aquí lo que parece ser las tres áreas de tentación a las que está sometido el hombre en este mundo. Todo pecado se deriva de por lo menos una de estas cosas. Es fácilmente visto que Eva cayó por los tres: los deseos de los ojos “vio … que era agradable a los ojos”, los deseos de la carne “que el árbol era bueno para comer”, y la vanagloria de la vida “árbol codiciable para alcanzar la sabiduría.” Por lo tanto la simiente de todo pecado entre los hombres está vista en este primer pecado.
C. LOS RESULTADOS DEL PRIMER PECADO DEL HOMBRE.
1. Resultados en la actitud del hombre hacia sí mismo.
1.1. Adán y Eva inmediatamente fueron conscientes de su propio pecado.
Sus conciencias fueron despiertas e instantáneamente les acusó a ellos mismos. Dios ni siquiera había entrado en escena, sin embargo el hombre sabía que era pecador. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos …” (Vs 7). Dios luego les preguntó, “¿Quién te enseñó que estabas desnudo?” (Vs 11). El hombre no necesitó que nadie le dijera; él mismo lo sabía.
Adán y Eva se hicieron conscientes de dos cosas con relación a su pecado: contaminación y culpa. La conciencia de su contaminación les guió a esforzase por cubrirse. La percepción de su culpa causó que huyeran cuando Dios se acercó. La contaminación del pecado es un hecho. El pecado contamina y todo hombre lleva la mancha del pecado sobre su alma. Dios no la pone allí. Es el resultado inevitable del pecado. También estaba la conciencia de culpa, porque todo pecado tiene relación con Dios.
1.2. Adán y Eva vanamente buscaron cubrir su pecado.
“Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Vs 7). Innegablemente el primer hombre y la primera mujer habían pecado y fueron conscientes de su culpa antes de hacer un intento por cubrirse. Antes de este momento el hombre no necesitaba cubrir su cuerpo. Muchos comentaristas han imaginado que estaban cubiertos con una vestidura de luz, la gloria de Dios. Cualquiera que haya sido su condición, ellos fueron instantáneamente conscientes de que habían perdido algo. Algunos han pensado en que antes de esto el espíritu dominaba el cuerpo, pero ahora el cuerpo gobernaba sobre el espíritu.
La tendencia inherente en el hombre pecador es tratar siempre de cubrir el resultado de su propio pecado. Por lo tanto, muchos intentan coser “hojas de higuera” de justicia para sí mismos. Nuestros primeros padres descubrieron pronto que éstas ni siquiera les satisfacían a ellos mismos, como tampoco hablar de un Dios santo; porque cuando Dios se acercó, ellos huyeron de su presencia.
2. Resultados en la actitud del hombre hacia Dios.
2.1. Adán y Eva huyeron de la presencia de Dios.
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Vs 8). ¡Qué diferencia había hecho el pecado en tan corto tiempo! Aparentemente, Adán y Eva habían disfrutado de la presencia de Dios antes de su pecado, pero ahora huían de él. Hay algo del pecado en el corazón humano que forma una antipatía tal hacia Dios que hace que el pecador huya de su presencia.
2.2. Adán y Eva equivocadamente pensaron que podían esconderse de Dios.
¡Qué falso sentido de seguridad tuvieron Adán y Eva mientras se escondían tras los árboles del huerto! ¡Como si pudieran esconderse del ojo del Todopoderoso que todo lo ve dentro de los confinados límites del Edén! ¡Como si hubiera un lugar en todo el gran universo de Dios donde uno pudiera esconderse de Él, que ve y conoce todos los secretos de los corazones de los hombres! (Sal. 139:7–13).
Es realmente gracioso darse cuenta de que aunque seguramente Dios sabía lo que había pasado, fue Él quien buscó a la pareja caída: Adán “¿dónde estás tú?” (Gn. 3:9). Dios ha estado tomando la iniciativa en buscar al hombre desde entonces. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10); también la parábola de la oveja perdida (Lc. 15:3–7).
3. Resultado en la actitud del hombre hacia su igual.
Uno de los más tristes resultados del pecado es su efecto sobre otros. Eva no estuvo contenta por desobedecer sola a Dios, tuvo que involucrar también a su marido. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer … y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido …” (Gn. 3:6). El borracho, el adicto, o la persona inmoral, nunca está satisfecha hasta que ha influido en otros a unirse a ella en sus vicios.
Cuando Dios confrontó a los primeros pecadores y les hizo esa pregunta, “¿Has comido del árbol que yo te mandé no comieses?” (Vs 11), hubo un inmediato intento por parte de Adán de poner la culpa sobre otro: “La mujer … que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Vs 12). En vez de admitir abiertamente su culpa, Adán culpó a su esposa. No sólo la culpó a ella, se ha sugerido que Adán también puso algo de culpa sobre Dios mismo: “La mujer que me diste por compañera …” (Vs 12). Es la naturaleza del pecado la que causa que el hombre se rehuse a tomar la responsabilidad sobre sí mismo. La oración que trae perdón y limpieza es la que dice, “Dios, sé propicio a mi, pecador” (Lc. 18:13).
D. LA MALDICION QUE TRAJO EL PRIMER PECADO.
Aunque sólo un pecado fue acto de desobediencia, éste manifestó el espíritu de rebelión que había entrado en el corazón del hombre, y rompió la comunión con el Dios Santo. Como resultado, Dios pronunció las maldiciones bajo las cuales toda la creación ha sufrido desde entonces.
1. La maldición sobre la serpiente.
“… maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida” (Vs 14). La maldición sobre el reino animal.
2. La maldición sobre la mujer.
“… Multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Vs 16).
3. La maldición sobre el hombre.
“… maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida … con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Vs 17–19). Esto claramente incluye tanto la muerte física como la muerte espiritual.
Otro resultado de la maldición sobre el hombre es su expulsión del huerto de Edén.
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.” (Vs 22–24).
Aunque esto parece ser un juicio severo, aún hay un pensamiento de misericordia, porque Dios no quería que el hombre comiera del árbol de la vida, no sea que viviera eternamente en su pecado; de esa forma haciendo imposible una redención.
4. La maldición sobre la tierra.
“… maldita será la tierra por tu causa … espinos y cardos te producirá …” (Vs 17, 18). Esta maldición es sobre el reino vegetal.
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